Cuando uno escucha por ahí: “¡Qué aburrida es esta ceremonia, o esta misa o este bautismo..!”, es porque no se entiende lo que ahí se está realizando y viviendo y saboreando. Por eso es bueno que ahora veamos las características de la liturgia, para que cada día podamos gustar un poco más de la riqueza de la misma.
La hermosura es una característica de la Liturgia de la Iglesia
También hay que tomar en cuenta que en toda la liturgia el papel principal lo realiza el Espíritu santo:
- Es el Espíritu Santo el que santifica el agua en el bautismo, para que Cristo nos limpie del pecado y nos regenere e infunda la nueva vida, es decir, la vida divina y trinitaria.
El Espíritu santo es el dador de vida
El sacrificio de Cristo es el centro de la Eucaristía Somos ya miembros de la Iglesia, por el bautismo, pero nos hemos alejado de ella por el pecado mortal, tampoco participamos de esas gracias de salvación, hasta que nos confesemos y recobremos la gracia de Dios, y de esta manera estar en disposición de recibir esos dones de Cristo. Por eso, antes de recibir cualquier sacramento (comunión, matrimonio, confirmación, orden, etc) debemos ver si estamos en gracia de Dios y en comunión con la Iglesia. Si no estamos en gracia, debemos acudir humildemente al sacramento de la confesión, donde se nos perdonan los pecados cometidos. |
- Es el Espíritu Santo en la confirmación el que completa la primera unción del bautismo con su sello y da la fuerza para ser testigos y apóstoles de Cristo en este mundo
- Es el Espíritu Santo el que ilumina nuestra mente para que descubramos nuestros pecados en la confesión, y es el Espíritu Santo, junto con el Padre y Cristo, quien nos perdona los pecados.
- Es el Espíritu Santo el que en la unción de enfermos se hace consuelo, fuerza, alivio, y brisa que conforta a quien esta enfermo.
- El Espíritu Santo actúa Conscientemente.
- Actúa activamente, nadie es espectador, todos participan.
- Su presencia produce muchos frutos, de santidad
Ojalá que así podamos gustar mejor la liturgia. Nada se iguala a la liturgia. Es lo más excelso que tenemos en la Iglesia. En esta liturgia terrena ya pregustamos y tomamos parte en aquella liturgia celestial que se celebra en la ciudad santa de Jerusalén – el cielo - hacia la cual nos dirigimos como peregrinos hasta el encuentro definitivo y cara a cara con Dios.
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